Durante mucho tiempo, hemos perdido el rastro de nuestra esencia salvaje. Se le ha visto deambular, sin rumbo fijo, en busca de su verdadero deseo, postergado o pisoteado por las estructuras sociales de un sistema patriarcal. Colectivizándonos, hemos logrado conectar con un sentir profundo: la necesidad de restaurar y sanar nuestro linaje ancestral para recuperar la fuerza instintiva, reivindicando así las luchas de quienes nos precedieron. Esa fuerza, impredecible y arrasadora como el fuego, es la que contiene la conciencia y acción que abrirá camino a las que están y a las que vendrán, para que nunca más sus voces puedan ser apagadas.